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jueves, 26 de enero de 2017

miércoles, 11 de enero de 2017

POST NAVIDAD

Cuando los Reyes eran tres, y los tres eran magos. Magos a los que jamás lográbamos ver su rostro, por mucho que pasásemos las noches en vela espiando tras los cristales de la ventana.

Ahora, los Reyes son dos y no son magos. Un Rey y una Reina, o una Reina y un Rey, que tanto monta, monta tanto.  Al Rey pudimos verlo en televisión, serio, muy serio, hablando de todo sin decir nada.  La Reina no habla nada pero dice mucho.

A Papa Noel ni le conocíamos, pues no se le concedía permiso de trabajo ni visado de turista para entrar en España. A pesar de haberlo intentado en distintas ocasiones, siempre lo descubrían y le prohibían el paso.

Ahora, los niños a muy temprana edad, ya saben que los reyes son papá y mamá y que vienen del corte ingles o de “yo no soy tonto”.  Y es que los niños ya no vienen de París, como nosotros, sino de parir.

Ya  no beben los peces en el río, ni  la Virgen lava pañales entre cortina y cortina. San José vendió la carpintería, y está en paradero desconocido. Vaya Belén ¡¡.

Tiempo atrás, nadie se hubiera atrevido a matar un pavo de navidad, que eran pavos reales y podías ser acusado de magnicidio. Para más agravio, como sabemos hoy, si es una costumbre importada.

Plato típico para el festín del día 25 era un capón o una pularda, (pollo capado, gallina capada ), que nadie se asuste.

En casa nos inclinábamos por la gallina normal de corral, sin capar ni nada, a la que tratábamos como de la familia, inclusive comía en la mesa con nosotros, la mimábamos y alimentábamos durante todo el año con los mejores piensos para que, en esa fecha, estuviera tan apetecible y seductora como la ocasión y el pecado de la gula requería. La noche del día 24 ya estaba tan hinchada y orgullosa como un pavo real y apenas podía moverse.  Cantábamos villancicos al calor de la lumbre junto a las muñecas de famosa, el calvo de la lotería, el de “hola soy Edu feliz navidad” y las clásicas y excitantes burbujas de Freixenet. Antes de que Raphael nos adormeciera con “el tamborilero”, para que no sufriera la pita, la matábamos a besos.

Y dulces de todas clases, mazapanes, polvorones, roscón, mantecados……. y Turrón, eso sí, el Almendro de Jijona, que siempre volvía a casa por navidad.

El primer día del año la tradición obligaba, el gaudeamus era cordero pascual. La noche del día 31, la noche más vieja del año, sentados ante el televisor, entre los despechados pechos de Sabrina, el humor desenfrenado de Martes y trece y los monólogos de Gila, acababa muriéndose de risa el pobre cordero.

Y dulces de todas clases, mazapanes polvorones, roscón, mantecados……. y Turrón.

De salud?. Siempre estábamos bien. Comíamos grasas a secas.  Y los torreznos, chorizos y morcillas eran muy apreciados Y dulces, de todas clases, mazapanes polvorones, roscón, mantecados……. y Turrón.

En el diccionario no figuraban las palabras colesterol, triglicéridos, saturadas, monoinsaturadas, poliinsaturadas, (que son palabras malsonantes), o ácido linoleico, omega 3, omega 6, (si no sabíamos griego) y que hubiese otros aceites, aparte del aceite de oliva y de girasol, aceites esenciales.

Como, solamente, nos pesábamos una vez en la vida, cuando hacíamos la mili, principiábamos el nuevo año tan nuevos como el año que comenzaba.

Y ahora, de salud qué tal?.

Pues yo no he comido demasiado. Nada de gallinas ni de corderos, ni de dulces, nada de nada. Sopas, pan sin sal, verdura y frutas. Alguna copa de vino o cava para brindar y las doce uvas de siempre.  Y aún así me quedan, unos kilos de más, un poco de colesterol malo, algunos triglicéridos, todavía tengo sulfitos de la primera botella de rioja clavados en el estómago, y varias burbujas de cava circulando alegremente por mi torrente sanguíneo, explotando alegremente contra sus paredes. 

Por este motivo me gustaban más aquellas navidades.