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MARGARITAS

lunes, 30 de junio de 2014

HORÓSCOPO PARA LOS MESES DE JULIO Y AGOSTO


 Arrímese al sol que más alumbra, busque un lugar donde no esté nublado, no llueva, y el  Mercurio ronde siempre los 25 grados. Pásese por Venus si quiere encontrar algo  de amor y no escuche las propuestas y promesas de personas que no conozca. Ignore las noticias que le llegan a través de cualquier medio, desconecte la televisión indefinidamente, los programas más habituales se componen de: tertulianos irascibles, grandes hermanos recluidos en una habitación con vistas y otras lindezas que le pueden causar daños irreparables en su autoestima, y afectar gravemente a su  salud mental. Sálvese como pueda. Si busca la felicidad puede que la encuentre en Júpiter o Saturno, las existencias ya están casi agotadas por aquí. La suerte está echada y deberá buscarla nuevamente por navidad en el sorteo de la lotería. En esas fechas  todo le será muy dulce. No deje que nadie controle su vida e invierta  el dinero en viajes placenteros antes de que se lo embargue la emoción y sus impuestos. El miércoles  13 de Agosto, por primera vez en su vida, recibirá una llamada telefónica por la que  se le comunica que ud. - “ha sido agraciado” – y se le invita a participar en un evento para dar a conocer  el estreno de un paraguas sin mango, accionado mediante la voz, y donde le regalarán un magnífico jamón serrano chino, el evento se desarrollará en el salón “Luna” de un hotel de cien estrellas.

martes, 17 de junio de 2014

MATAR EL TIEMPO

Me desperté temprano. El reloj marcaba la hora, 8,15, del día, 16.06.2014. Desayuné despacio. Como siempre tostadas con mantequilla y mermelada,  y café con leche. Salí de casa con cuidado de no hacer ruido. Cerré la puerta con llave y bajé las escaleras, desde un tercer piso, saltando los escalones de dos en dos.
No tenía ningún plan. Nadie me esperaba. Yo no esperaba a nadie y no sabía exactamente qué hacer con el tiempo. Reflexioné durante unos minutos.  
De repente, se me ocurrió la idea.  En muchas ocasiones había oído hablar de amigos y conocidos que, en ciertas situaciones, sabían como matar el tiempo.
Si tengo todo el tiempo del mundo para mi, y no se que hacer con él, pues vamos a tratar de matar el tiempo. Me animé a mi mismo.
Por suerte, ese día,  el tiempo era muy bueno. El sol comenzaba a calentar la mañana y solo una nube blanquecina, que dibujaba la figura del rostro de una persona humana, se colgaba caprichosamente  del cielo esbozando una sonrisa  me infundió cierto desánimo.
Conforme iba atravesando la ciudad, mi idea de matar el tiempo se fue dulcificando. Tampoco es necesario que lo mate, con darle un susto y exigirle que me devuelva parte de mi tiempo perdido habría suficiente. Hice un cálculo, a groso modo, del importe que  podría suponer el valor de ese tiempo, y llegué a la  conclusión de que la cuantía total podría ser la friolera de unos treinta años, así que me hice la siguiente  composición - si consigo vencer al tiempo podría regresar a vivir otra juventud - O eso creía yo.
Caminaba pensativo cuando unas bolas de hielo grandes como pelotas de tenis comenzaron a chocar contra  mi cabeza y el suelo donde rebotaban haciendo un ruido ensordecedor. Miré hacia el cielo y pude ver que de la nube blanca se había borrado el esbozo de la sonrisa y se había convertido en una gran nube que asemejaba la figura de un ogro gigante en actitud  amenazante.
Pude encontrar el portal de una casa abierta donde conseguí refugiarme hasta que cesó la granizada.
Como jamás, en toda mi vida, había matado el tiempo, no tenía experiencia y mi impresión, después del primer incidente, fue la de que no era tan fácil como pensaba en un principio.
Ahora caminaba precavidamente, mirando al cielo con recelo. La nube había desaparecido totalmente y no quedaba nada del boceto gigante con  semblante amenazador. No se veían nubes. Sin embargo pude observar como a lo lejos una polvareda formando una creciente columna giraba desafiante sobre si misma, subiendo desde el suelo hasta una altura que no podía determinar, donde se expandía convirtiéndose en una masa oscura que se desplazaba hacia mí a una velocidad vertiginosa.
De pronto, me ví engullido y arrastrado por un remolino enorme que me llevó en su entresijo por los aires durante un buen tiempo, para mi interminable, hasta que quiso dejarme caer  como un fardo a   una larga distancia de donde me encontraba.
No sé cómo pude llegar hasta casa. Exhausto y magullado me dejé caer sobre la cama. El reloj seguía marcando la misma hora,  8 horas, quince minutos del día 16.06.2014. Al menos había conseguido que se parase el tiempo durante unas horas.

Lo volveré a intentar otro día. Seguramente había elegido mal tiempo



                                                                                  Honorio poveda