Es suficientemente
conocido el hecho de que un lord inglés, ya entrado en años, tenía la costumbre
de reunir a sus amistades para tomar el té, todos los martes de cada semana, a
la misma hora, en su palacio de Londres.
Cierto martes,
llegada la hora señalada, el puntualísimo caballero no apareció. Los invitados
estaban intrigadísimos y muy extrañados, ya que era la primera vez que ocurría
un caso así. Al cabo de unos minutos apareció el mayordomo y les dice a los
presentes, con la típica flema británica.
- Señores, Milord les pide disculpas por la
demora, y les anuncia que, después de mucho tiempo, se acaba de reencontrar con
su vieja y querida amiga lulú de parís. Les comunica que, si puede, estará con
ustedes dentro de dos horas, y si no puede, dentro de diez minutos. Muchas
gracias.
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