Una nube, desairada por el
viento al haberla dejado por una tormenta, se dejó seducir por una tornado
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Hoy tengo ganas de matar el tiempo, pero me contengo.
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Un hombre, en
Bilbao, se partió la columna al intentar doblar una esquina.
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AGUSTÍN
Agustín, haciendo honor a su nombre, siempre había sido un hombre contento, en el trabajo, con los amigos o en casa. Disfrutaba, sobre todo, cuando llamaban por teléfono. Qué a gusto se quedaba ¡¡ - estoy de maravilla - Respondía.
Hasta que se casó con una mujer que, a la vez, siempre se había llamado Agustina, y murieron ambos en uno de sus excesos de satisfacción.
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