Que las gotas de agua dulce
de tus lágrimas
Rieguen la piel salada
del desierto yermo
Que sus arenas,
Finas
cual inertes pavesas
del averno
doradas por un sol sin
tregua
que calcina
Florezcan como lirios
sempiternos
y conviertan en vergeles
sus calveros.
honorio
Poveda
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