Soy un Olmo y estoy talado, conocí a Pinocho cuando ya tenía una
edad avanzada y estaba en una etapa decadente. Había dejado de ser popular y
olvidado por todos sus amigos, la carcoma, debido a una grave enfermedad, consumía lentamente su apéndice
nasal.
Una tarde de
verano, Encina, su esposa, le sorprendió en aptitud francamente sospechosa con acacia, una vecina suya, – por meter tus
narices donde no debes – le espetó, a la vez que de un tajo le aserró la
nariz.
Desconsolado, vino hacía mi solicitando ayuda, aferrándose con tanta fuerza que me rompió por el tronco para siempre. No se pudo hacer nada para salvarlo.
Honorio
poveda
No hay comentarios:
Publicar un comentario