FE era una muchacha plena de buenos sentimientos. Derramaba emociones con
alegría y rezumaba vitalidad a raudales que contagiaba a los demás.
Fue
una mañana de agosto en la playa. No recuerda cómo ni quien se los robó pero
estaba segura de que fue la mañana aquella del último verano cuando perdió
todos sus sentimientos.
Se
los hurtó un chico violento. ludópata empedernido que estuvo jugando con ellos y
los compartió con otras personas. Los manipularon y los malgastaron hasta
terminar con sus mejores sentimientos.
Jamás
podría disfrutar y compartir de sus sentimientos y emociones de, afecto,
alegría, amistad, confianza, compasión, gratitud, admiración, amor, arrepentimiento, concordia, esperanza, felicidad, paz interior y satisfacción.
FE no paró en ningún momento de buscarlos y, cuando un día, por fin, los encontró de casualidad, ya solo quedaban
de sus sentimientos las peores emociones, el aburrimiento, la angustia, la antipatía, la desconfianza, el dolor, la indiferencia, la insatisfacción,
la melancolía, la nostalgia, la pena, la
resignación, la tristeza, la vergüenza, la aflicción, la amargura, la ansiedad,
la cólera, el desánimo, la desesperación,
la ira, y el miedo.
Decepcionada,
llevada por la aflicción y la amargura en un ataque de ira producido por el
dolor de tan triste pérdida, desató con ansiedad toda su cólera contra si misma
hasta caer abatida por la desesperación y el miedo.
FE ya nunca fue la misma, sumida en el aburrimiento, la melancolía y la
pena, sufrió con resignación y angustia, la indiferencia, la antipatía y la desconfianza.
Al fin, esclava de la nostalgia y
devorada por la insatisfacción, hipotecó su futuro a cambio de algunas horas de
afecto y alegría, hasta que la vergüenza consumió todas sus emociones y acabó ahogándose
con su propio su nombre.
Honorio
poveda
No hay comentarios:
Publicar un comentario